lunes, 22 de julio de 2019

CENA TRIMALCHIONIS, la teatralidad culinaria (PARTE II)


Fotograma del Satyricon de Fellini, 1969. Fuente mptvimages.com

Profundizando en la facies gastronómica del relato petroniano me gustaría hacer una breve enumeración de los fantásticos bocados que componen la minuta del banquete de Trimalchio. El banquete descrito comienza con la teatral entrada de los esclavos del anfitrión al ritmo de la música mientras van dejando la comida regada con mulsum, delicoso vino mezclado con miel y pimienta. Petronius nos habla de aceitunas blancas y negras presentadas en las alforjas de un asno de bronce, de lirones espolvoreados de miel y adormidera, de salchichas servidas sobre una parrilla de plata donde ciruelas de Damasco y pipas de granada simulan brasas, seguidas de unos huevos de pasta, rellenos de ave, rodeados de yemas a la pimienta y al garum, presentados bajo una gran gallina de madera que simula estar incubándolos, imaginativa costumbre de servir las comidas de tal manera que parezcan otra cosa. Pero no adelantemos acontecimientos. No hay nada como asomarse al texto original de Petronius para captar los olores y los sabores. Como se ha señalado más arriba, la Cena Trimalchionis (más bien sus prolegómenos) comienza a gestarse en el capítulo XXVI de la obra cuando Encolpius, Ascyltos y Gnython son invitados al banquete:

[XXVI]… "Quid? vos, inquit, nescitis hodie apud quem fiat? Trimalchio, lautissimus homo. Horologium in triclinio et bucinatorem habet subornatum, ut subinde sciat quantum de vita perdiderit!"

Amicimur ergo diligenter obliti omnium malorum et Gnythona libentissime servile officium tuentem iubemus in balneum sequi.

[26]… “¡Eh vosotros! ,dijo, ¿Conocéis a la persona en cuya casa tenéis hoy el compromiso? Se llama Trimalchio, hombre distinguidísimo. En el comedor tiene un reloj y un esclavo, bocina en mano, para estar informado continuamente del transcurso de su vida.”


Olvidamos, pues, nuestras calamidades y nos vestimos lo más elegantemente que pudimos, fuimos a los baños seguidos de Gnython, que había estado sirviéndonos.

En los baños descubrieron a un viejo calvo y estrafalario, vestido con una túnica roja, jugando a la pelota con unos jóvenes esclavos cuando Menelaus, otro de los convidados, desveló la identidad de tan llamativo personaje:

[XXVII]… "Hic est, inquit, apud quem cubitum ponitis, et quidem iam principium cenae videtis”

[27]… “Este es el hombre, dijo, en cuya casa os vais a regodear, ya estáis asistiendo en este momento al preludio de la cena”.

Tras salir todos los convidados de los baños, se dirigen a casa de Trimalchio. Tan pronto entran por la puerta quedan boquiabiertos cuando ven la magnificencia de la decoración, la ostentación de la que el liberto hacía gala y entonces:

[XXX]… His repleti voluptatibus cum conaremur in triclinium intrare, exclamavit unus ex pueris, qui super hoc officium erat positus: "Dextro pede!" Sine dubio paulisper trepidavimus, ne contra praeceptum aliquis nostrum limen transiret.

[30]… Deslumbrados ante tanta maravilla, nos disponíamos a penetrar en el triclinio, cuando uno de los esclavos, puesto para este oficio, nos gritó: “¡Con el pie derecho!” Al instante temimos que alguno de nosotros ya hubiera transgredido la orden de atravesar el umbral de esta manera.

Costumbre, más bien superstición, para el desarrollo de un ameno banquete. Una vez tumbados y preparados para el festín comienza el desfile de los magníficos platos:

[XXXI]… Allata est tamen gustatio valde lauta; nam iam omnes discubuerant praeter ipsum Trimachionem, cui locus novo more primus servabatur. Ceterum in promulsidari asellus erat Corinthius cum bisaccio positus, qui habebat olivas in altera parte albas, in altera nigras. Tegebant asellum duae lances, in quarum marginibus nomen Trimalchionis inscriptum erat et argenti pondus. Ponticuli etiam ferruminati sustinebant glires melle ac papavere sparsos. Fuerunt et tomacula supra craticulam argenteam ferventia posita et infra craticulam Syriaca pruna cum granis Punici mali.

[31]… Se trajo la entrada que fue digna de alabanza. Todos estábamos ya recostados, excepto el propio Trimalchio a quien, según la nueva moda, se le había reservado el primer lugar. En la fuente destinada a las entradas se había colocado un pequeño asno de bronce corintio con una alforja que contenía aceitunas verdes en una alforja y negras en la otra. Encima del asnillo había dos bandejas de plata en cuyos bordes se había grabado el nombre de Trimalchio y el peso del metal. Se habían soldado unas pasarelas de las que colgaban lirones aderezados con miel y adormidera. Se veían también unos salchichones humeantes en un anafe de plata y, debajo de este anafe, ciruelas de Siria con pepitas de granada. 

Las granadas y ciruelas representan el fuego de la parrilla. La granada era llamada «manzana púnica» por los romanos.

[XXXIII]… gustantibus adhuc nobis repositorium allatum est cum corbe, in quo gallina erat lignea patentibus in orbem alis, quales esse solent quae incubant ova. Accessere continuo duo servi et symphonia strepente scrutari paleam coeperunt, erutaque subinde pavonina ova divisere convivis. Convertit ad hanc scenam Trimalchio vultum et: "Amici, ait, pavonis ova gallinae iussi supponi. Et mehercules timeo ne iam concepti sint. Temptemus tamen, si adhuc sorbilia sunt." Accipimus nos cochlearia non minus selibras pendentia, ovaque ex farina pingui figurata pertundimus. Ego quidem paene proieci partem meam, nam videbatur mihi iam in pullum coisse. Deinde ut audivi veterem convivam: "Hic nescio quid boni debet esse", persecutus putamen manu, pinguissimam ficedulam inveni piperato vitello circumdatam.

[33]… Todavía no habíamos acabado las entradas cuando se nos sirvió un gran repositorio con una cesta encima. En ella había una gallina de madera con las alas desplegadas en torno como suelen hacerlo las cluecas. Luego se aproximaron dos esclavos y, al son de la música, se pusieron a rebuscar en la paja, y sacaron de abajo varios huevos de pava que fueron distribuidos a los comensales. Trimalchio, contemplando esta escenificación, nos dijo: “Amigos, he hecho incubar huevos de pava por una gallina y me temo, por Hércules, que ya estén empollados. Probemos, sin embargo, si todavía están sorbibles.” Recibimos unas cucharas que por lo menos pesaban media libra, y cascamos los huevos que estaban muy bien hechos de pasta. Casi arrojé mi porción pues creí que ya estaba formado el pollo, pero oí decir a una vieja comensal: “No sé qué delicia debe haber aquí.” Continué, pues, descascarándolo con la mano y me encontré con un gordísimo papafigo arrebolado en salsa de yema de huevo y pimienta.
Pareja de cochlearia. British Museum

 Hay que aclarar que las cucharas de las que habla Encolpius eran unas cucharas especiales denominadas cochlearia (de cochlea, caracol) que tenían una punta en el extremo que servía para cascar o agujerear los huevos o para extraer el caracol de su caparazón. Como podemos comprobar el refinamiento en el paladar exige ingeniosos utensilios. Está todo inventado. Ingeniosa (y, por supuesto, llamativa) es también la conocidísima presentación ordenada por Trimalchio de diversos platos sobre sendos signos zodiacales, lo mejor de la cena según el mismo anfitrión:

[XXXV]… novitas tamen omnium convertit oculos. Rotundum enim repositorium duodecim habebat signa in orbe disposita, super quae proprium convenientemque materiae structor imposuerat cibum: super arietem cicer arietinum, super taurum bubulae frustum, super geminos testiculos ac rienes, super cancrum coronam, super leonem ficum Africanam, super virginem steriliculam, super libram stateram in cuius altera parte scriblita erat, in altera placenta, super scorpionem pisciculum marinum, super sagittarium oclopetam, super capricornum locustam marinam, super aquarium anserem, super pisces duos mullos. In medio autem caespes cum herbis excisus favum sustinebat. Circumferebat Aegyptius puer clibano argenteo panem. [. . .] Atque ipse etiam taeterrima voce de Laserpiciario mimo canticum extorsit. Nos ut tristiores ad tam viles accessimus cibos: "Suadeo, inquit Trimalchio, cenemus; hoc est ius cenae".

[XXXVI] Haec ut dixit, ad symphoniam quattuor tripudiantes procurrerunt superioremque partem repositorii abstulerunt. Quo facto, videmus infra altitia et sumina leporemque in medio pinnis subornatum, ut Pegasus videretur. Notavimus etiam circa angulos repositorii Marsyas quattuor, ex quorum utriculis garum piperatum currebat super pisces, qui (tamquam) in euripo natabant. Damus omnes plausum a familia inceptum et res electissimas ridentes aggredimur…

[35]… pero pronto atrajo todas las miradas la aparición de una novedad . Era un repositorio redondo con los doce signos (del Zodiaco) dispuestos alrededor. El maestresala había colocado encima de cada uno de ellos un manjar apropiado. Sobre Aries, garbanzos (con forma de cabeza de carnero), sobre Tauro, un trozo de buey, sobre Géminis, criadillas y riñones, sobre Cáncer, una corona, sobre Leo, higo de África, sobre Virgo, una vulva de marrana virgen, sobre Libra, una balanza con un pastel en un platillo, y un bizcocho en el otro, sobre Escorpio, pececillo de mar, sobre Sagitario, caracol, obre Capricornio, langosta marina, sobre Acuario, ganso. Sobre Piscis, dos barbos marinos. En el centro había un terrón, extraído con césped y todo, que sostenía un panal de abeja. Un esclavo egipcio daba vueltas sirviéndonos el pan directamente de un anafe de plata. [...] y el mismo también con horrorosa voz desgarró los aires con una canción del mimo del “Mercader de Laserpicio”. Trimalchio viendo el asco con que comíamos tan vulgares alimentos, dijo: “¡Animo! Cenemos, que esto es lo mejor de la cena.”

[36] Cuando acabó de hablar, se presentaron cuatro danzarines y, al compás de la música, levantaron la tapa del piso superior del repositorio. Esta operación nos permitió ver debajo aves de corral cebadas y ubres de marrana. En el centro había una liebre decorada con alas para que pareciese un Pegaso. También notamos en las esquinas del repositorio cuatro Marsyas con odrecillos que vertían garum con pimienta sobre unos pescados que parecían nadar en un canal. A iniciativa de la servidumbre, aplaudimos y atacamos con alegría estos exquisitos manjares…

Fotograma del Satyricon de Fellini, 1969. Fuente mptvimages.com


Toda esta simbología zodiacal será explicada, de manera bastante peculiar y aparentemente docta, por el mismísimo Trimalchio:

[XXXIX] “…Nam mihi nihil novi potest afferri, sicut ille tericulus iamel habuit praxim. Caelus hic, in quo duodecim dii habitant, in totidem se figuras convertit, et modo fit aries. Itaque quisquis nascitur illo signo, multa pecora habet, multum lanae, caput praeterea durum, frontem expudoratam, cornum acutum. Plurimi hoc signo scolastici nascuntur et arietilli." Laudamus urbanitatem mathematici; itaque adiecit: "Deinde totus caelus taurulus fit. Itaque tunc calcitrosi nascuntur et bubulci et qui se ipsi pascunt. In geminis autem nascuntur bigae et boves et colei et qui utrosque parietes linunt. In cancro ego natus sum: ideo multis pedibus sto, et in mari et in terra multa possideo; nam cancer et hoc et illoc quadrat. Et ideo iam dudum nihil super illum posui, ne genesim meam premerem. In leone cataphagae nascuntur et imperiosi. In virgine mulieres et fugitivi et compediti; in libra laniones et unguentarii et quicunque aliquid expendunt; in scorpione venenarii et percussores; in sagittario strabones, qui holera spectant, lardum tollunt; in capricorno aerumnosi, quibus prae mala sua cornua nascuntur; in aquario copones et cucurbitae; in piscibus obsonatores et rhetores. Sic orbis vertitur tanquam mola, et semper aliquid mali facit, ut homines aut nascantur aut pereant. Quod autem in medio caespitem videtis et super caespitem favum, nihil sine ratione facio. Terra mater est in medio quasi ovum corrotundata, et omnia bona in se habet tanquam favus."

[39] “…Nadie puede sorprenderme con novedades: aquel plato os ha dado la prueba. Este cielo, habitado por doce dioses, se nos presenta bajo otras tantas formas, y aquí lo vemos como Aries. Los nacidos en este signo tienen muchos rebaños y mucha lana, pero además, la cabeza dura, la frente sin vergüenza y el cuerno puntiagudo. En este signo nacen la mayor parte de los gramáticos y de los testarudos. Alabamos a nuestro astrólogo por su fino humor, y prosiguió:

“Después todo el cielo se transforma en el querido Tauro: y entonces nace la gente arisca, los boyeros y los que pacen sin pastores. En Géminis nacen los caballos de biga, los bueyes de yugo, los cojones y los que “se frotan en ambas paredes”. En Cáncer nací yo. Por eso me sostengo en muchos pies ya que tengo muchas propiedades en mar y tierra, pues en ambos elementos el cangrejo se las apaña bien. Esta es la razón por la que antes no puse nada sobre este signo: no quiero parecer pedigüeño a mi estrella. En Leo nacen los tragones y los autoritarios. En Virgo, los afeminados, los fugitivos y los que llevan grilletes en los pies. En Libra, los carniceros, los perfumistas y todos los que venden al peso. En Escorpio, los envenenadores y los asesinos. En Sagitario, los bizcos: los que miran la verdura y cogen el tocino. En Capricornio, los atormentados, a los que por su mal genio les nacen cuernos. En Acuario, los taberneros y los calabazas En Piscis, los cocineros y los rétores. De esta manera el orbe gira como una rueda de molino, ejerciendo siempre su maleficio tanto en el nacimiento como en la muerte de los humanos. En cuanto al césped que veis en el centro y al panal colocado sobre él, sabed que no hago nada sin intención. En el centro está la madre Tierra, redonda como un huevo. Todo lo bueno, como aquel panal, está contenido en ella.”

Vajilla de mesa de metal, siglos II-III. Neupotz, Alemania.

 La puesta en escena espectacular continúa deparando sorpresas a los convidados:

 [XL] "Sophos!" universi clamamus, et sublatis manibus ad camaram iuramus Hipparchum Aratumque comparandos illi homines non fuisse, donec advenerunt ministri ac toralia praeposuerunt toris, in quibus retia erant picta subsessoresque cum venabulis et totus venationis apparatus. Necdum sciebamus (quo) mitteremus suspiciones nostras, cum extra triclinium clamor sublatus est ingens, et ecce canes Laconici etiam circa mensam discurrere coeperunt. Secutum est hos repositorium, in quo positus erat primae magnitudinis aper, et quidem pilleatus, e cuius dentibus sportellae dependebant duae palmulis textae, altera caryatis, altera thebaicis repleta. Circa autem minores porcelli ex coptoplacentis facti, quasi uberibus imminerent, scrofam esse positam significabant. Et hi quidem apophoreti fuerunt.Ceterum ad scindendum aprum non ille Carpus accessit, qui altilia laceraverat, sed barbatus ingens, fasciis cruralibus alligatus et alicula subornatus polymita, strictoque venatorio cultro latus apri vehementer percussit, ex cuius plaga turdi evolaverunt. Parati aucupes cum harundinibus fuerunt, et eos circa triclinium volitantes momento exceperunt. Inde cum suum cuique iussisset referri, Trimalchio adiecit: "Etiam videte, quam porcus ille silvaticus lotam comederit glandem." Statim pueri ad sportellas accesserunt quae pendebant e dentibus, thebaicasque et caryatas ad numerum divisere cenantibus.

[40] iBravo!, gritamos todos y, levantando las manos al techo, juramos que Hiparco y Arato no valían nada en comparación suya. Mientras tanto, unos sirvientes que habían entrado colocaron en los lechos frazadas con bordados de redes, cazadores con venablos y todo un equipo de montería. Todavía no sabíamos qué suposiciones hacer cuando, de pronto, un gran alboroto se alzó a la puerta del comedor, y he aquí que una jauría de perros laconios irrumpió metiéndose hasta debajo de la mesa. Cuando se fueron, se trajo un repositorio sobre el que iba una jabalina de lo más descomunal y con un píleo (gorro de liberto) por añadidura. De sus colmillos pendían dos canastillas de palma, una con dátiles de Caria y otra con dátiles de Tebas. Alrededor la bestia tenía unos lechoncitos de mazapán en posición de mamar, para dar a entender que se trataba de una hembra. Los lechones, por supuesto, nos fueron distribuidos como recuerdos. Además contaré que, para cortar la jabalina, no vino aquel Carpo que despedazó los pollos cebados, sino un gran barbudo con las pantorrillas ceñidas con correas y envuelto en un manto de caza multicolor. Desenvainó éste un cuchillo de caza, lo clavó con fuerza en las costillas de la jabalina, y varios tordos escaparon volando del corte. Unos pajareros con sus varetas ya estaban preparados para esto, y al instante atraparon las aves que revoloteaban en el triclinio. Trimalchio ordenó que nos dieran un pájaro a cada uno. “Mirad”, decía, “las finísimas bellotas con que se alimentaba este cerdo salvaje.” Seguidamente los esclavos tomaron las canastillas que colgaban de los colmillos y distribuyeron a los comensales porciones iguales de dátiles de Tebas y Caria.

Fotograma del Satyricon de Fellini, 1969. Fuente mptvimages.com

 Las escenas más llamativas del banquete tienen como común denominador el uso teatral dado a grandes animales de raza porcina para impresionar y sorprender a los asistentes:

[XLVII] Nam mundatis ad symphoniam mensis tres albi sues in triclinium adducti sunt capistris et tintinnabulis culti, quorum unum bimum nomenculator esse dicebat, alterum trimum, tertium vero iam sexennem. Ego putabam petauristarios intrasse et porcos, sicut in circulis mos est, portenta aliqua facturos. Sed Trimalchio expectatione discussa: "Quem, inquit, ex eis vultis in cenam statim fieri? Gallum enim gallinaceum, Penthiacum et eiusmodi nenias rustici faciunt: mei coci etiam vitulos aeno coctos solent facere." Continuoque cocum vocari iussit, et non expectata electione nostra maximum natu iussit occidi…

[47] En efecto, una vez que limpiaron las mesas al son de la música, trajeron al triclinio tres cerdos blancos con bozales y campanillas. El nomenclator nos anunció que uno de ellos tenía dos años, el segundo tres y el tercero ya siete años. Creí que se trataba de algún malabarista, y que los puercos iban a ejecutar unos cuantos números, como se acostumbra hacer para el público de la calle. Pero Trimalchio disipó nuestras dudas: “¿Cuál de ellos queréis que, de inmediato, se os sirva para la cena?”, nos preguntó, “ Hay cocineros rústicos que guisan gallos a la Penteo y otras futilidades por el estilo. Mis cocineros, en cambio, están acostumbrados a preparar terneros enteros en sus cacerolas.” Hizo llamar enseguida al cocinero y, sin esperar nuestra elección, le ordenó matar el más viejo…

Fotograma del Satyricon de Fellini, 1969. Fuente mptvimages.com
Es aquí donde llega (al menos para mí) una de las escenas más memorables de la literatura gastronómica. Tras un breve intervalo de tiempo salen los cocineros con un jabalí enorme ya cocinado. El anfitrión llama al jefe de cocina y le dice que no es posible que ya lo haya cocinado, y que incluso parece no haberlo limpiado adecuadamente, ya que el animal parece muy rechoncho. A punto de castigarlo con unos cuantos latigazos, el cocinero abre el animal en canal y saltan de su interior gran cantidad de salchichas y embutidos, irrumpiendo en aplausos todos los invitados:

[XLIX] Nondum efflaverat omnia, cum repositorium cum sue ingenti mensam occupavit. Mirari nos celeritatem coepimus, et iurare ne gallum quidem gallinaceum tam cito percoqui potuisse, tanto quidem magis, quod longe maior nobis porcus videbatur esse, quam paulo ante aper fuerat. Deinde magis magisque Trimalchio intuens eum: "Quid? quid? inquit, porcus hic non est exinteratus? Non mehercules est. Voca, voca cocum in medio." Cum constitisset ad mensam cocus tristis et diceret se oblitum esse exinterare: "Quid, oblitus? Trimalchio exclamat, putes illum piper et cuminum non coniecisse! Despolia!" Non fit mora, despoliatur cocus atque inter duos tortores maestus consistit. Deprecari tamen omnes coeperunt et dicere: "Solet fieri. -- Rogamus mittas. Postea si fecerit, nemo nostrum pro illo rogabit." Ego crudelissimae severitatis, non potui me tenere, sed inclinatus ad aurem Agamemnonis: "Plane, inquam, hic debet servus esse nequissimus: aliquis oblivisceretur porcum exinterare? Non mehercules illi ignoscerem, si piscem praeterisset." At non Trimalchio, qui relaxato in hilaritatem vultu: "Ergo, inquit, quia tam malae memoriae es, palam nobis illum exintera." Recepta cocus tunica cultrum arripuit, porcique ventrem hinc atque illinc timida manu secuit. Nec mora, ex plagis ponderis inclinatione crescentibus tomacula cum botulis effusa sunt.

[49] Estaba vertiendo toda esta verborrea, cuando un repositorio, con un enorme puerco encima, vino a ocupar toda la mesa. Nos quedamos maravillados de la rapidez y empezamos a jurar que ni un pollo podía ser asado con tanta celeridad, tanto más que el cerdo parecía mayor que el jabalí de poco antes. Trimalchio, que lo examinaba cada vez con más atención, soltó: “¡Cómo, cómo! ¿Este cerdo no está vaciado...? ¡Por Hércules! ¡No...! ¡Llama, llama aquí al cocinero!” El cocinero, cabizbajo, se aproximó a la mesa y confesó haberse olvidado de vaciarlo. “¿Cómo? olvidado!”, exclamó Trimalchio, “Cualquiera diría que simplemente ha olvidado la pimienta y el comino. ¡Desnúdate!” El cocinero se desvistió sin tardar y se colocó afligido entre dos verdugos. Todos empezaron a interceder por él. Con implacable severidad, yo no pude refrenarme más y me incliné al oído de Agamemnon para decirle: “En verdad, este esclavo debe ser pésimo. ¿Acaso no es inadmisible que se haya olvidado de vaciar el puerco? Por Hércules, que yo no lo perdonaría aunque hubiese dejado así un pescado.” Trimalchio, en cambio, fue de parecer distinto. Una sonrisa dilató su rostro para decir: “Bueno, ya que tienes tan mala memoria, vacíalo aquí delante de nosotros.” El cocinero se puso otra vez la túnica, empuñó un cuchillo y empezó a cortar tímidamente aquí y allá el vientre del cerdo. Al punto, de las aberturas que se agrandaban de por sí solas con la presión del peso, se derramaron salchichas y morcillas.

"Sé alegre, disfruta la vida". Mosaico de Hatay Turquía.

 Muchos más platos se suceden, como el jabalí relleno de salchichas y embutidos, un buey hervido servido entero, pasteles y frutas que al apretarlas brota agua azafranada, un capón relleno y huevos de oca, tordos de pasta rellenados de pasas y nueces, membrillos acribillados de espinas que representan erizos, una oca gorda rodeada de pescados y toda clase de pájaros hechos de carne cerdo. Sinceramente aconsejo la lectura de este libro, tanto a los amantes del mundo clásico como a todos aquellos que quieran profundizar en los fogones antiguos y quieran dejar volar libre la imaginación.

Larva convivalis. Casa del Fauno. Pompeya.

 Quiero acabar este post (se me han quedado algunas cosas en el tintero) enlazando con la imagen que ilustra estas letras, el esqueleto de la Casa del Fauno de Pompeya, larva convivalis, espectro presente en los convivia que continuamente nos recuerda, con una copa de vino en la mano, lo efímero de la vida y nos exhorta a disfrutar sin pensar en la incertidumbre del futuro, puro y epicúreo Carpe Diem:

[XXXIV]… complosit Trimalchio manus et: "Eheu, inquit, ergo diutius vivit vinum quam homuncio. Quare tangomenas faciamus. Vita vinum est. Verum Opimianum praesto. Heri non tam bonum posui, et multo honestiores cenabant." Potantibus ergo nobis et accuratissime lautitias mirantibus larvam argenteam attulit servus sic aptatam ut articuli eius vertebraeque laxatae in omnem partem flecterentur. Hanc cum super mensam semel iterumque abiecisset, et catenatio mobilis aliquot figuras exprimeret, Trimalchio adiecit:

Eheu nos miseros, quam totus homuncio nil est!

Sic erimus cuncti, postquam nos auferet Orcus.

Ergo vivamus, dum licet esse bene.”

[34]… Trimalchio batiendo palmas exclamó:”¡Oh, fatalidad! ¡Por consiguiente el vino vive más que el pobre hombre! Mojémonos pues el gaznate. La vida es vino. Os estoy sirviendo un legítimo Opimiano. Ayer ofrecí otro no tan bueno a pesar de que cenaban conmigo personas mucho más distinguidas.” Bebimos sin dejar de advertir todas estas demostraciones de buen gusto. En ese momento un esclavo trajo un esqueleto de plata fabricado de tal manera que, móviles, las articulaciones y vértebras se doblaban en todo sentido. Trimalchio lo arrojó varias veces sobre la mesa para que adoptase así diversas poses a causa de la movilidad de sus coyunturas. Añadió:
¡Ay! ¡Miserables de nosotros! ¡Qué impotencia la del pobre hombre!

Todos así seremos cuando el Orco nos recoja.

Vivamos, pues, en tanto que existir con salud permitido nos sea.